lunes, 24 de enero de 2022

FMI

 


HACIA UNA REESTRUCTURACIÓN PROGRAMADA


Por Héctor GIULIANO


(20.1.2022)

 

La tríada Gobierno-Oposición-Medios ha instalado en la Opinión Pública la idea de que la administración Fernández-Fernández (FF) estaría negociando en forma dura y compleja la reestructuración de la Deuda Externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que fuera contraída durante la gestión Macri sin la más mínima capacidad de repago.


De hecho, a través de la Conspiración de la administración Macri con grandes Fondos especulativos de Inversión y el propio FMI – sostenido fundamentalmente por el gobierno de los Estados Unidos – se aumentó fuertemente la Deuda del Estado Argentino durante su gestión en 82.000 MD[1], de los que unos 45.000 MD fueron desembolsados, en forma compensatoria de otras deudas existentes, por el Fondo (mientras paralelamente se registró una fuga de capitales por 86.000 MD en el mismo período).

Hoy las supuestas negociaciones en curso de la administración FF con el FMI, empero, distarían en realidad mucho del carácter confrontativo de los discursos oficiales y las alarmistas informaciones periodísticas.[2]   

 

1. UNA ERRÓNEA ESTRATEGIA DE NEGOCIACIÓN


El FMI actúa frente a la Argentina en una doble condición: por un lado, como principal prestamista individual (que tiene carácter de privilegio absoluto por tratarse de un Organismo Internacional), y por otro, como Auditor de los grandes acreedores privados del Estado.


Notablemente, el Fondo declinó este privilegio en su favor porque permitió y convalidó de hecho una secuencia de negociación inversa por parte del gobierno FF: primero se llegó a un acuerdo de reestructuración con los FB – extranjeros y locales – en Agosto de 2020 (por un total de más de 100.000 MD) y luego se encararon las conversaciones formales por la Deuda de nuestro país con el Organismo.

Esto hizo que las llamadas “negociaciones” se arrastren así desde hace ya más de dos años, sin que se tenga en claro en qué consisten los puntos de discrepancia que explicarían esta demora en llegar a resultados.


En su momento, tanto el presidente Alberto Fernández como su Ministro de Economía Martín Guzmán hablaban de solamente dos temas principales en disputa: 1. El Plazo del nuevo Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF), aunque está sobrentendido que sería llevado de 7 a 10 años, y 2. La sobre-tasa de Interés que cobra el Fondo por los préstamos extra-ordinarios que concede (que es un 2 % y a partir de este año se elevaría a 3 %), punto éste más difícil de lograr porque requiere una aprobación institucional para todos los países del Mundo y no hay acuerdo interno en el Organismo para conceder tal rebaja.


Pero con el tiempo fueron trascendiendo otras exigencias del FMI cuyos alcances no están formalmente planteados aunque tienen algunas formulaciones conocidas, empezando por el requerimiento de un Plan Económico por parte del gobierno FF – un plan  que estaría en línea con el anunciado y no cumplido Programa pluri-anual del Ejecutivo al Congreso, y que en la práctica significaría el compromiso de un Plan de Pagos de la Deuda en general – y además el condicionamiento de dicho programa a un “consenso amplio” del nuevo Acuerdo con el Fondo por parte de la Partidocracia con representación en el Congreso, así como de las principales asociaciones empresarias y sindicales del país, de modo de garantizar la aquiescencia general ante lo que pacte el gobierno FF para que en el futuro no exista ningún tipo de objeciones al respecto.


Más el verdadero sentido de esta demora en llegar a un nuevo acuerdo con el FMI – que en la práctica convalidaría totalmente lo actuado por el gobierno Macri – sería bastante diferente de lo que se dice o da a entender públicamente.

 

2. EL MONTO DE LA DEUDA EN JUEGO


Lo mismo que en sus negociaciones de allanamiento con los Fondos Buitre en el 2020 la administración FF ha subordinado tales supuestas discusiones a una fórmula ilógica, servil y totalmente condicionada a la regla contraria a todo estado concursal – privado o público – que es la de “pagar mientras se negocia”.


Así pasa también ahora con el Fondo lo mismo que con los FB: el Tiempo juega en contra de la Argentina porque mientras se dilaten tales negociaciones nuestro país paga y/o capitaliza intereses por anatocismo (una sumisión que es el ideal de los acreedores en su posición de fuerza).

De allí que el gobierno habría terminado aumentado su deuda total con los FB en unos 6.000 MD durante los 9 meses transcurridos entre Diciembre de 2019 y Agosto de 2020; y de allí también que ahora está ocurriendo algo análogo con el FMI porque al Fondo se le pagan unos 1.000 MD por año de Intereses (con los sobrecargos correspondientes) “mientras se negocia”.


Además, nuestro país sigue cumpliendo con las amortizaciones de las primeras cuotas de Capital que cayeron el año pasado, por 1.900 MD cada una - en Setiembre y Diciembre de 2021 - lo que eleva lo ya pagado al FMI a unos 6.000 MD.

Y a ello se suman los nuevos vencimientos con el Organismo – en concepto de Capital e Intereses – que caen durante el primer trimestre de este año por un monto algo mayor a los 4.000 MD.

De manera que, en definitiva, la fórmula de “pagar mientras se negocia” significa que la Argentina terminará abonando al contado unos 10.000 MD antes de llegar a un nuevo Acuerdo con el Fondo, o sea, habiéndole pagado cash cerca de una cuarta parte de la Deuda Total por Capital.[3]     

 

3. EL AJUSTE ANTES DEL ACUERDO


El gobierno FF – con sus asociados de la Partidocracia, los Medios y las dirigencias empresariales y sindicales predominantes – confunden y engañan a la Opinión Pública con la idea de que la demora en llegar a un nuevo Acuerdo con el FMI se debe a la resistencia en aceptar las condicionalidades de ajuste recesivo tradicionales del Fondo.

Pero la cosa no es así; es al revés: no es que quien demora las negociaciones sea el gobierno para pelear las condiciones sino el Fondo, que al dilatar la fecha del nuevo convenio de re-endeudamiento no sólo se beneficia por la citada fórmula de “pago mientras se negocia” sino que, a la vez, monitorea el Ajuste que la administración FF viene implementando desde su asunción a fines de 2019.


Este ajuste – que está en curso desde el primer momento de su gestión – tiene tres ejes principales, que están en línea con lo pactado por Macri en el 2018:

1. Rebaja de los Salarios Reales a través de la política de aumentos inferiores a la Inflación.

2. Rebaja de los Gastos Previsionales, a través de la suspensión de la Movilidad Jubilatoria y de la utilización de la Inflación como forma de reducción de los haberes reales, lo mismo que en lo tocante al valor de los Planes Sociales, licuándolos igualmente por incrementos menores a los precios.[4]


3. Aumento de la Recaudación Tributaria por medio del Impuesto Inflacionario.[5]

Ésta es la explicación fundamental de la puesta en escena de una supuesta resistencia del gobierno FF ante el FMI – seguida tanto por los altos funcionarios como por los economistas del Establishment y por la Dirigencia en general – cuando se habla de la controversia sobre no aceptación de un futuro Ajuste mientras la realidad muestra lo contrario: que el ajuste se viene realizando como requisito del Acuerdo y que es el Fondo el que dilata la fecha de este nuevo Acuerdo para beneficiarse con la política kirchnerista de “pagar mientras negocia”.

 

UNA PANDEMIA FUNCIONAL AL AJUSTE


La política de restricciones extraordinarias a las libertades individuales invocando la peligrosidad de la pandemia de Covid 19, en la Argentina y en el mundo, ha tenido y sigue teniendo consecuencias desastrosas para la Economía Física o Real.

La batería de medidas implementada desde prácticamente el inicio de la gestión del actual gobierno FF han llevado a la Recesión Económica y con ello a un esquema coincidente con “recomendaciones” que son usuales por parte del FMI para lograr el Ajuste Fiscal: a) Rebaja de los ingresos reales de asalariados, jubilados y beneficiarios de planes sociales, lo que reduce el Consumo y provoca Recesión, b)  Restricciones a la actividad económica que, unidas a la citada caída del Consumo, reducen el crecimiento económico (aunque no el negocio financiero, que sigue estando a la cabeza de las rentabilidades locales y subsidiado por el Estado a través del Sistema de la Deuda Pública Perpetua), c) Baja relativa de las Importaciones, como producto de la Recesión Económica interna y las dificultades para compras en el exterior por falta de disponibilidad de divisas, lo que mejora el saldo de la Balanza Comercial del país,[6] y d)  Mejora relativa citada del Resultado Fiscal, Primario y Financiero, merced a las medidas restrictivas de la Pandemia y al efecto del Impuesto Inflacionario. 


Notablemente, la resultante final de este esquema – producto de las políticas seguidas hasta el presente invocando la Pandemia de Covid 19 – ha sido funcional al ajuste requerido por el FMI.

 

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES


El stock de la Deuda Pública al 30.9 pasado – según cifras oficiales del Ministerio de Economía (MECON) – era de 356.000 MD pero las proyecciones de base mensual a Diciembre del propio MECON ya llevan este saldo a 376.500 MD y algunas proyecciones privadas hablan de más de 380.000 MD.

Este año (2022), según el Proyecto de Ley (PL) de Presupuesto – que todavía no ha tenido acuerdo de aprobación en el Congreso – la Argentina (en realidad, sólo la Administración Pública Nacional, sin BCRA, Provincias/Municipios, Empresas del Estado, etc.) – tiene que afrontar vencimientos de Capital por 51.600 MD (dentro de los que no están computados los 19.000 MD correspondientes al FMI) y el PL preveía la toma de Nuevo Endeudamiento por 80.100 MD; es decir, un aumento de la Deuda Pública por 28.500 MD (repetimos, sin contar al FMI, con el que se suponía llegar a un acuerdo el 22.3).


El Estado Argentino en la actualidad no tiene divisas para poder cumplir con tales vencimientos – sus Reservas Netas disponibles prácticamente no existen – carece de Liquidez y Solvencia para encarar cualquier plan de pagos a corto y mediano plazo de su Deuda Pública, y su endeudamiento interno también está comprometido por la elevada proporción de Deuda en Moneda Extranjera y/o indexada por Tipo de Cambio o por Inflación (CER).

Las esperanzas puestas en el logro de un Acuerdo EFF con el Fondo no son una solución en sí misma del problema de la Deuda ya que el resultado de las negociaciones sólo tiene por objeto comprometer un mayor superávit fiscal primario – a costa de ajustes recesivos pasados, presentes y futuros – para garantizar el pago de los Intereses de la Deuda Pública, lo que le permitiría así al país calificar para poder volver al Mercado Internacional de Capitales, es decir, para volver a endeudarse.

Se engaña a la gente con la idea de Sostenibilidad de la Deuda porque se le omite explicar que esa sostenibilidad no es para poder cancelarla sino, por el contrario, para poder refinanciarla sine die pagando cada vez más intereses y con ello poder tomar más Deuda Externa.


Y el FMI está en el ojo de esta tormenta en su doble rol de principal prestamista directo y de auditor de los Acreedores del Estado.

Es el destino inexorable de la Trampa del Sistema de Deuda Perpetua en que está metida la Argentina, cuya administración está a cargo de los gobiernos de turno, hoy con la alternancia de gobiernos neo-liberales y social-demócratas que trabajan en tándem siguiendo una teatralización clásica: los primeros arman los esquemas de endeudamiento con los capitales financieros que dominan el mundo y los segundos se lamentan luego de la “pesada herencia recibida” pero la aceptan e instrumentan: una regla de comportamiento subordinado de la Clase Política en su conjunto – Oficialismo y Oposición – que hasta el presente no tiene perspectivas de ser revertido.   

 

 



[1] Las abreviaturas MD/M$ y B$ significan Millones de Dólares/Pesos y Billones de $ respectivamente y se expresan siempre con redondeo, por lo que pueden darse mínimas diferencias entre totales y sumatoria de términos.

Las cifras que comúnmente aparecen entre paréntesis corresponden a la conversión de monedas entre dólares y pesos según su equivalencia (≡).

[2] El Kirchnerismo tiene malos antecedentes respecto a las diferencias entre sus dichos oficiales y sus hechos: a) En Enero de 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner le pagó la totalidad de la discutible Deuda al FMI al contado y por anticipado, por un valor de 9.800 MD, que fueron tomados de las Reservas Internacionales (RI) del Banco Central (BCRA), b) En Agosto de 2013 la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) reprochó públicamente el acoso de los Fondos Buitre (FB) diciendo que: “Más que deudores recalcitrantes, somos pagadores seriales”, lo que en gran medida era cierto. c) En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas (AG ONU) del 24.9.2014 volvió a referirse al tema diciendo que la Argentina, entre 2003 y 2014. había pagado la cifra récord de 190.000 MD por su Deuda Pública (un dato aparentemente exagerado que no tendría clara información de respaldo), y d) Durante gran parte de su segundo mandato (2011-2015)  el gobierno K repetía que el país se estaba “des-endeudando” cuando, en verdad, la Deuda aumentaría durante los 12 años de gestión algo más de 100.000 MD (si bien es cierto que la proporción de Deuda Externa dentro del Total tuvo una disminución relativa).

[3] El Stand-by de Macri en 2018 fue concedido originalmente por la suma récord histórica de 50.000 MD, llevada luego a 57.000 MD. Un préstamo excepcional para la Argentina y para el propio FMI, equivalente a 11 veces la cuota-aporte, que se toma como base de limitación de cualquier asistencia financiera del Fondo.

De este importe aprobado el FMI desembolsó unos 44.500 MD, la mayoría de los cuales fueron utilizados indebidamente para financiar la salida de capitales del país vendiéndolos en el Mercado de Cambios (cosa que está expresamente vedada por el Artículo VI del Estatuto del Fondo, contrario al uso de las divisas para sostener corridas cambiarias).

Se estima que el quantum de los intereses a pagar por la Argentina era de unos 9.000 MD, por lo que el monto total a devolver llegaba así a los 53.000 MD.    

[4] Durante su primer año de gobierno el presidente Alberto Fernández manejó así aumentos discrecionales de Jubilaciones/Pensiones vía Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que le significaron ahorros fiscales por más de 100.000 M$ (que obviamente perdieron de ganar los jubilados).

Es importante observar que esta política de reducción de los haberes jubilatorios reales se llevó a cabo al amparo de la Ley 27.541 de Emergencia Pública (Título VI, Artículo 55), dictada por el Congreso el 21.12.2019, y convalidada luego hasta la fecha por la citada política de aumentos inferiores a la Inflación.

[5] El Ejercicio recién cerrado del año 2021 muestra claramente los resultados de esta Receta Recesiva del FMI aplicada por la administración FF: a) los Ingresos Totales aumentaron 83.4 % en relación al año anterior (y dentro de ellos, los Tributarios el 70.7 %) mientras que los Gastos Primarios (sin contar los Intereses de la Deuda) aumentaron aproximadamente la mitad, un 49.6 % (y esto gracias a que el porcentaje se levantó un poco con respecto al acumulado a Noviembre, que era de 45.9), b) Dentro de los Gastos Corrientes, las Prestaciones Sociales del año – que incluyen fundamentalmente los pagos jubilatorios y los planes sociales – crecieron en cambio sólo el 32.6 % contra el 2020, y c) El Déficit Fiscal Primario (sin Intereses), por el contrario, se redujo en un 44.0 % y el Déficit Financiero (contando los Intereses) bajó en 27.4 %.

Ergo, los resultados fiscales del 2021 no sólo fueron mejores que los del año anterior (2020) sino también de los previstos en el Presupuesto del Ejercicio 2021, como producto fáctico de la Receta Recesiva del FMI usada por el gobierno FF.  

[6] El año pasado – según datos que acaba de editar el INDEC – el saldo positivo de la Balanza Comercial fue de 14.800 MD, producto de 80.000 MD de Exportaciones  contra 63.200 MD de Importaciones.

Esta diferencia favorable de divisas, sin embargo, no sirvió para aumentar las Reservas Internacionales del BCRA porque los servicios económicos y sobre todo financieros contrabalancearon el resultado en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

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